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Pódcast 'Diario de Ucrania' - Eurovisión y el arte de la guerra cultural

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El grupo ucraniano Ziferblat interpreta el tema 'Bird of Pray' durante los ensayos de la primera semifinal de Eurovisión 2025
El grupo ucraniano Ziferblat interpreta el tema 'Bird of Pray' durante los ensayos de la primera semifinal de Eurovisión 2025 EFE/EPA/GEORGIOS KEFALAS

El 25 de febrero de 2022, un día después del inicio de la invasión de Ucrania, la Unión Europea de Radiodifusión decidió expulsar a Rusia de Eurovisión alegando que la presencia rusa podía desprestigiar el certamen. Meses más tarde, el 14 de mayo de 2022, Ucrania ganó el festival por tercera vez en su historia. Es uno de los últimos ejemplos de que el festival, que se celebra esta semana en Basilea (Suiza), es uno de los mejores exponentes del llamado "poder blando" y un buen reflejo de las tensiones y los conflictos internacionales.

En este capítulo del podcast 'Diario de Ucrania' analizamos por qué fue importante para Rusia su expulsión de Eurovisión, cómo se han reflejado en el festival sus tensiones con Ucrania y por qué la UER no expulsa también a Israel del certamen. Lo hacemos con la ayuda de Samuel Antón, autor de "Eurovisión y geopolítica" y coautor de "1968: el año de los 12 mayos", Dean Vuletic, historiador y autor del libro "La Europa de posguerra en el Festival de Eurovisión" y Luis Miguel Montes, enviado especial de RNE a Basilea.

Un festival apolítico muy político

La primera edición del Festival de Eurovisión se celebró en Suiza en 1956. El certamen, creado por la UER, no nació con un objetivo político, según explica Dean Vuletic. "Nació como un experimento técnico para poner a prueba la nueva tecnología que era la televisión en aquel entonces. Querían comprobar si podían emitir en directo en toda Europa Occidental el mismo programa de televisión al mismo tiempo. Los organizadores no tenían ambiciones políticas", subraya este experto en Eurovisión.

Sin embargo, Europa no tardó en darse cuenta de que, además de ser una buena herramienta para compartir tecnología, lo era también para hacer geopolítica. Por ejemplo, para frenar la expansión del comunismo soviético. "Se trataba de conquistar a la población a través de la mente y de los corazones, dejando fuera las armas. Se apostó por la cultura como herramienta de poder a través del cine, los libros, la televisión o la música", asegura Samuel Antón.

Por eso, aunque la UER se empeña cada año en subrayar que Eurovisión es un festival cultural y no político, vemos a menudo cómo se utiliza como plataforma para difundir mensajes políticos. "Evidentemente, se trata de un gran acontecimiento, uno de los mayores eventos culturales del mundo. Así que es muy tentador aprovecharlo para enviar algún tipo de mensaje sobre un país a una audiencia de unos 160 millones de espectadores. Siempre que hay países compitiendo entre sí, las cosas tienden a politizarse. Eurovisión es un espectáculo de relaciones internacionales", dice Vuletic.

Intervisión, la alternativa rusa a Eurovisión

"Puede parecer poca cosa desde el punto de vista geopolítico, pero tendrá una amplia resonancia social". Así valoró el entonces jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, la decisión de la UER de expulsar a Rusia de Eurovisión. Sus palabras fueron ridiculizadas por muchos usuarios en las redes sociales que aseguraban que dejar a Rusia fuera del Festival era algo inocuo para Vladimir Putin. Algo que no comparte Dean Vuletic. "Eurovisión ha sido una parte importante de la cultura popular rusa. Rusia era un miembro muy entusiasta del Festival y ahora Los espectadores rusos no pueden verlo, no pueden votar. Es una pérdida para ellos".

La segunda consecuencia es que, para que llenar ese hueco, Rusia está tratando de recuperar el Festival de Intervisión, que se celebró durante la Guerra Fría en dos fases: una entre 1965 y 1968 en Checoslovaquia, y otra entre 1977 y 1980 en Polonia. "No fue un certamen impulsado por la Unión Soviética, sino por los checoslovacos y los polacos. Querían organizar un concurso internacional de canciones como Eurovisión, pero que reuniera a artistas del este y del oeste para buscaban atraer a las compañías discográficas occidentales hacia sus industrias musicales y sus artistas. El objetivo no era desafiar a Eurovisión", explica Vuletic.

Lo último que se sabe es que Rusia, por órdenes directas de Putin, pretende celebrar Intervisión el 20 de septiembre en Moscú. ¿Qué países participarán? Es una de las grandes incógnitas. "Es posible que estén los BRICS, podrían estar Hungría y Eslovaquia, que son cercanos a Rusia, y quizás algún país de América Latina", según Vuletic, que recuerda que Rusia ya resucitó este festival en 2008, pero sin continuidad porque ese mismo año ganó Eurovisión.

Israel y el doble rasero de la UER

La edición de Eurovisión el año pasado estuvo marcada por la polémica que generó la presencia de Israel. Varios países protestaron y pidieron a la UER que le expulsara del concurso por su actuación en la guerra de Gaza, pero Ia organización hizo caso omiso de las críticas, que han vuelto a repetirse este año en Basilea, como nos cuenta nuestro enviado especial Luis Miguel Montes.

"Hay que tener en cuenta dos factores importantes. El primero es que mientras que Rusia representa la contracultura occidental, Israel es el principal aliado de Occidente en Oriente Próximo. El segundo es que la empresa que financia Eurovisión es de Israel", afirma Samuel Antón. Una opinión que no comparte Dean Vuletic. "Hay una gran diferencia entre el caso de Rusia y el de Israel. Y es que no ha habido sanciones internacionales contra Israel, así que las organizaciones nacionales de radiodifusión que forman parte de la UER no tienen el respaldo político de sus países para excluir a Israel. No pueden hacer nada", concluye Vuletic.