La red de apoyo de las migrantes latinoamericanas: "Trato de decirles que hay gente que está peor y ha podido lograrlo"
- Siguen luchando por sus sueños y alientan a otras a no desistir en la búsqueda de oportunidades
- La violencia y las desigualdades sociales son las principales causas de su migración


Siete años. Ese es el tiempo que Flavia Ovejero lleva en España, un camino marcado por una la fortaleza inquebrantable. Esta mujer argentina con la voz cargada de vivencias abre las puertas a una realidad que muchos desconocen: la de quienes migran buscando un refugio y encuentran muros administrativos, discriminación y la lucha diaria por una dignidad que parece escurrirse entre los dedos.
¿Qué impulsa a una mujer a dejar atrás su hogar, su familia y su cultura para aventurarse en un país desconocido? La respuesta es compleja y multifacética: búsqueda de oportunidades, escapar de la violencia, reunificación familiar y sed de nuevos horizontes.
Con su mirada alerta, Ovejero revela una personalidad optimista. Estudió Psicología en Mar de Plata y, aunque estaba decidida a seguir ejerciendo su profesión, la inflación y la inseguridad no le permitieron continuar. Recuerda que "para comprar un par de zapatos tenía que pagarlos en 24 meses. Cuando los terminaba de pagar ya tenía que comprar los del niño".
Siempre ha creído que España es uno de los pocos países donde puede vivir segura y económicamente estable. Sin embargo, su estatus legal no le permite cumplir en su totalidad esas metas que se ha planteado. Actualmente, se identifica como "una mujer sin papeles". Algunos de los trabajos que ha encontrado no cumplen con el umbral económico que el Reglamento de Extranjería establece para otorgarle una residencia temporal con permiso de trabajo.
"Uno llega con la ilusión de trabajar, todos venimos con el mismo pensamiento, pero nadie te cuenta la realidad, y es que solo de interna y limpieza hay trabajo, porque es lo que hacemos los inmigrantes", detalla.
Muchas extranjeras que llegan a España como turistas y a los tres meses quedan en situación irregular se exponen a abusos que las vuelven más vulnerables, según señala la abogada y activista de derechos humanos Diana Tamayo. "No tienen acceso a la salud ni a la educación y no pueden solicitar ninguna ayuda porque, al estar irregulares, carecen de acceso a los servicios sociales", explica.
Quieren trabajar y desarrollar sus habilidades
Las cifras hablan de un flujo constante de miles de mujeres que cada año dejan su tierra natal en Latinoamérica para construir un nuevo hogar en España. Pero detrás de cada número hay un rostro y una historia única. El Instituto de las Mujeres puntualiza que "las migrantes representan peculiaridades y necesidades distintas" que deben de ser atendidas de manera directa y personalizada. La institución también señala que la mayoría de estas se dedican "al trabajo doméstico y el cuidado a la dependencia".
España destaca como el país de destino con mayor porcentaje de mujeres inmigrantes (50,5% en los años prepandemia y 49% en 2022, si se excluyen los inmigrantes de Ucrania), debido principalmente a la llegada de personas procedentes de Latinoamérica. Ante estas cifras, Ovejero enfatiza que "las burocracias migratorias" no permiten que las migrantes puedan optar a mejores puestos laborales donde les permitan desarrollar sus capacidades. "Lo esencial no son los papeles, porque no venimos por papeles. De hecho, cuando venimos no pensamos en papeles, llegamos únicamente con la idea de trabajar", menciona.
Pese a las dificultades a las que se ha enfrentado, Flavia sigue luchando por ese permiso laboral que le permita generar mayores ingresos y ofrecer mejor estabilidad económica a sus hijos.
Tamayo sostiene que para que las migrantes estén más protegidas las leyes deben de modificarse, ya que cada vez existen más "trabas administrativas" para regularizarlas. Una de las propuestas de la abogada es que se priorice la contratación de los extranjeros que ya se encuentran en España, en lugar de realizarlas en los países de origen, dado que la mano de obra ya está aquí y solo necesita oportunidades.
Asimismo, valora positivamente la existencia de los arraigos formativos, ya que permiten a las personas formarse y trabajar de manera conjunta. También el arraigo por segunda oportunidad para quienes no pudieron renovar sus permisos de residencia. No obstante, solicita que la regularización sea masiva y sin mayores exigencias, pues hay casos de extranjeros que llevan entre seis y siete años sin poder regularizarse debido a la creciente cantidad de requisitos que no pueden cumplir.
Huyen de la violencia
Claudia Soto lleva 28 años en España y su historia coincide con la de Flavia. Ahora, con un rostro sonriente y un acento bastante extremeño, asegura sentirse bien y contenta porque ha logrado algunas de sus metas. Salió de Colombia con 25 años huyendo de la violencia doméstica a la que la sometía su padre. En su país estudió la carrera de Mercadeo y Ventas con Atención al cliente.
"Llevo diez años trabajando en atención sociosanitaria. Yo quería una salida porque también estaba sufriendo violencia de género aquí. Lo hice por mis hijos y por mí". Para Soto, su proceso de migración no fue fácil, pero su necesidad de prosperar hizo que buscara ayuda en la Administración pública, donde le dieron la oportunidad de estudiar y ejercer como sociosanitaria.
"Yo me pongo en el lugar de las personas que sufren. Trato de ser una voz de aliento y decirles que van a lograr salir adelante, que hay gente que está peor y han podido lograrlo", comenta con orgullo.
Encuentro de mujeres migranten en Mérida, Extremadura. MARÍA GÓMEZ MEJÍA / RTVE
Buscan oportunidades
Igual que Flavia y Claudia, Cenia López, originaria de Honduras, salió de su país buscando mejores oportunidades laborales. Lo único que lamenta es haber dejado sus estudios en Administración de Empresas.
López trabajaba como administrativa, pero se vio obligada a renunciar porque no la dejaban ir a la universidad; días después de dimitir, una amiga le comentó la idea de migrar a España y ella aceptó. "Todo inició porque quería experimentar y me dio curiosidad venir”, confirma. Adaptarse no le ha sido difícil porque se considera "bastante flexible, me gusta aprender y no me niego a cosas desconocidas”.
Aunque al llegar a España también cuidó a personas mayores sin tener ninguna experiencia, siempre se ha mostrado optimista y tomó la decisión de profesionalizarse. Tras 13 años se ha integrado en una empresa de ayuda a domicilio y limpieza de hogares. Igual que sus compañeras, motiva a otras a no desistir y a no tener miedo a los cambios.
El temor a que otras migrantes puedan pasar por situaciones similares o que por falta de información pierdan oportunidades organiza a estas mujeres en una sola misión que busca acompañar el proceso migratorio de las que se encuentran solas o desinformadas en la zona. Desde el Movimiento de Mujeres Migrantes de Mérida en Extremadura, del cual forman parte, han logrado concretar su deseo de asesorar y recibir a otras que puedan estar en situaciones de vulnerabilidad.
“Muchas de las que nos visitan han sufrido violencia de género.“
La coordinadora del movimiento, Tania Irías, comenta que la iniciativa surgió de un grupo de compañeras que coincidieron en un centro de acogida para personas refugiadas. Actualmente atienden a más de 350 mujeres de diferentes localidades de Extremadura. "Muchas veces les ayudamos a hacer procesos de escolarización, tarjetas sanitarias, elaborar currículos, darse de alta en ciertas entidades, procesos de regularización y otros. Hacemos un acompañamiento directo".
Irías hace hincapié en la importancia de que las migrantes se unan y sean referencia para otras porque el aislamiento las vuelve más vulnerables a sufrir abusos. Para fortalecer estos lazos cada año participan en un encuentro que reúne a la mayoría donde comparten, se asesoran, se ejercitan, se abrazan y lloran, con el objetivo de que prioricen su bienestar personal ante cualquier situación que las pueda estar afectando.
*María Gómez Mejía es alumna del máster de Reporterismo Internacional de la UAH con el Instituto de RTVE. Este artículo ha sido supervisado por su tutora, la redactora jefa de internacional, Paloma de Salas.