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Análisis

Afganistán: cuatro años del abandono en manos de los talibanes

  • El 15 de agosto de 2021, los talibanes entraron en la capital afgana mientras las tropas de EE.UU. abandonaban el país
  • Afganistán entra en el quinto año de un régimen totalitario y misógino que ha ido enterrando en vida a las niñas y mujeres
Afganistán, cuatro años del regreso de los talibanes
PILAR REQUENA (Directora de Documentos TV)
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Al hablar estos días con algunas de las personas que se reunieron con RTVE en mi último viaje a Afganistán en noviembre de 2022, he vuelto a percibir su característico espíritu de resiliencia, pero también cómo se ha desvanecido la tibia esperanza de entonces a la par que el régimen talibán ha ido atenazando sus derechos y libertades.

Algunas han pasado meses en la cárcel o han tenido que huir al exilio porque en Afganistán, aunque haya caído en el olvido, siguen las detenciones arbitrarias, las desapariciones, las amenazas de muerte y los asesinatos contra quienes osan plantar cara a los talibanes. La frustración, la desesperación, la desesperanza, el miedo, la rabia o la impotencia han hecho mella en una población que acusa a la comunidad internacional de haberla abandonado. No ven ni un rayo de luz en el oscuro túnel, pero tampoco están dispuestos a tirar la toalla.

Pilar Requena, sobre Afganistán: "Es una de las peores crisis humanitarias que se vive en el mundo"

El terrible balance de cuatro años

A pesar de una mayor seguridad y una relativa estabilidad, el limitado acceso a servicios básicos, un régimen totalitario no inclusivo y cada vez más opresor, o la disminución de la ayuda internacional no hacen sino agravar la ya dura situación de millones de afganos.

"La guerra terminó y cesó el derramamiento de sangre diario. La gente puede respirar tranquila y viajar a los cuatro rincones del país, pero está gobernado por un movimiento político-militar. Los partidos son rechazados y privados de sus derechos. La educación está prohibida para niñas y mujeres a partir del sexto grado. Esto es lo peor, llevará al país a una catástrofe que durará décadas. Afganistán tiene un Gobierno dictatorial en nombre del islam. La voz del pueblo está silenciada. Si alguien critica al Gobierno y sus políticas, es arrestado y castigado con severidad". Así resume la situación Hamid (nombre ficticio), un analista político que ya ha pasado varios meses en una cárcel talibana.

Cuatro años después de la toma del poder, los talibanes siguen envueltos en crisis diversas: de legitimidad, nacional e internacional, económica, social, humanitaria, con los derechos humanos y las libertades cercenados. "El gran desafío es la pobreza y la falta de empleo, así como la sequía y la inestabilidad política. La seguridad no durará si no hay alimentos, ni empleo, si no permitimos educación a las mujeres y las niñas", explica Zia Ul Haq Amarkhil, que fue asesor del expresidente Ashraf Ghani.

Los recortes de las ayudas por la Administración Trump, que representaban más del 40% de la esencial asistencia humanitaria a Afganistán, son también un mazazo para una población de la que la mitad, unos 23 millones de personas, necesita ayuda alimentaria. El país es uno de los peores para ser niño, especialmente niña, y es escenario de una de las mayores crisis humanitarias del mundo.

Hasta 7,8 millones de menores de cinco años sufren desnutrición aguda, el 75 % de la población se enfrenta a inseguridad alimentaria y 2,9 millones están en niveles de emergencia por hambre. A lo que se añade el regreso de 2 millones de refugiados expulsados de Irán y Pakistán. Entre los repatriados forzosos hay afganos que huyeron por temor a ser perseguidos por los talibanes, otros llevaban décadas viviendo fuera, en algunos casos toda la vida. "Se trata de un número muy elevado en muy poco tiempo. Los han enviado de vuelta y no es fácil acogerles y proporcionarles alojamiento, tampoco encontrar comida", asegura Amarkhil, que fundó y lidera el movimiento político y social 'Nation Stability'.

"El 15 de agosto de 2021 fue el día en que millones de personas perdieron su libertad y su esperanza"

Apartheid de género, la promoción de la virtud y la prevención del vicio

En Afganistán rige un verdadero apartheid de género, los talibanes ponen un clavo tras otro en el ataúd en el que viven las mujeres enterradas en vida. "Es como una muerte gradual. Son las grandes perdedoras. Los talibanes siguen sin reconocernos, ni siquiera nos miran. Vivir bajo un régimen que no reconoce a la mitad de la población es muy duro", denuncia Mahbouba Seraj, defensora de los derechos de la mujer y cofundadora de la Red de Mujeres Afganas.

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Tiene un centro de acogida para mujeres maltratadas en el que ahora hay 30 mujeres, y que sufre la falta de recursos. "¿Qué se supone que debo hacer con estas mujeres? No puedo echarlas a la calle. No puedo matarlas. No puedo destruirlas. ¿Qué se supone que debo hacer?", pregunta. Dice que los talibanes odian profundamente a las mujeres, que piensan que todas son malas personas. "No quieren aceptar a las mujeres, punto", sentencia.

Las escuelas clandestinas intentan suplir la falta de educación para niñas y mujeres, también hay clases en línea, incluso a nivel universitario, pero siempre con perfil bajo. "La Universidad Americana de Afganistán sigue en funcionamiento y es una de las únicas universidades que imparte clases a mujeres en el país. El 80-90 % de nuestros estudiantes son mujeres. Es algo fantástico, es su única oportunidad. Hay momentos en los que me siento frustrado, al 50% de la población se le ha robado la oportunidad de vivir", confiesa el profesor y activista político y social Obaidullah Baheer.

Siguen en aumento los problemas mentales en la gran mayoría de las mujeres afganas, muchas sufren depresión y las hay que optan por el suicidio para escapar del infierno. "Una de mis amigas, terapeuta, acaba de perder a una de nuestras alumnas por suicidio. Estudiaba en una de nuestras escuelas clandestinas, estuvimos intentando devolverle la esperanza, pero ella no veía ningún sentido a su vida", dice emocionada desde el exilio, Parasto Hakim, que dirige SRAK, una red clandestina de escuelas y centros de formación a los que asisten 2.800 mujeres y niñas.

"Afganistán es un lugar muy oscuro. Es un cementerio, un lugar vacío y un túnel de oscuridad. Es un entorno muy inhumano. Es como el apartheid de género", señala. Parasto tuvo que huir en 2023, estaba en la lista negra de los talibanes. Poco después, fue detenido uno de los más importantes activistas por la educación, Matiullah Wesa, fundador de Pen Path. Pasó 215 días en prisión.

Afganistán es un lugar muy oscuro. Es un cementerio, un lugar vacío y un túnel de oscuridad.

"Cuando los talibanes volvieron al poder, todo el equipo decidió seguir trabajando. Fuimos los primeros en protestar cuando los talibanes cerraron escuelas y universidades a las mujeres. Comenzamos a impartir clases secretas, en línea, a través del móvil y en casas particulares. No fue fácil. Todos los días había amenazas, también de muerte, y dificultades", recuerda Aman Khan, voluntario de Pn Path. "Algunos amigos han sido arrestados, otros, amenazados. Nos siguen a todas partes, tanto si vamos a trabajar como si no. Pero seguimos luchando por el cambio. Los talibanes temen a una generación educada. Saben que si la gente aprende a leer y escribir y se educa, dejará de apoyarlos. Y no se quedará callada y empezará a reclamar sus derechos".

El 21 de agosto de 2024 se ponía en marcha la Ley de la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, que codificó y amplió las muchas restricciones a los derechos humanos y de las mujeres. Los talibanes quieren garantizar que su visión de un sistema islámico puro se aplica en todo el país y remodelar la sociedad afgana, con más madrasas, educación religiosa, sustitución de los tecnócratas por clérigos y leales al movimiento talibán y continuación de la exclusión del poder de minorías étnicas y religiosas.

"Los derechos de las mujeres deben definirse de acuerdo a la cultura afgana y a los valores islámicos. Si se definen a través de internet, según los occidentales y su cultura, no se obtendrán resultados. Nuestra religión no dice que las mujeres no deban recibir educación. Pero deben respetarse nuestra cultura y los valores islámicos", señala Hedayatullah Paktin, que da clases en la universidad y trabaja en un ministerio.

Varios miles de inspectores están al cargo de la aplicación de la ley, dotados de amplios poderes que incluyen la detención arbitraria. "Empujan a las detenidas y las introducen en el coche, la gente no dice nada. Se las llevan y nadie sabe qué les ha pasado. Están desapareciendo mujeres. Nadie habla porque amenazan a sus familias. No hay cifras", denuncia Mahbouba Seraj. Las madrasas radicales, escuelas islámicas, proliferan, pero no pueden ser una alternativa a la educación moderna, ni para niños ni para niñas. Operan sin ningún tipo de supervisión y funcionan como centros de adoctrinamiento y entrenamiento de los talibanes. Su aumento debería hacer saltar las alarmas.

Fractura en el consenso para el aislamiento internacional

El reconocimiento diplomático por parte de Rusia del Gobierno talibán ha roto el consenso internacional para su aislamiento. Es probable que lleve a otros países de la región a hacerlo también en un próximo futuro. China ya lo está considerando. Rusia se ha convertido así en el primer país en reconocer oficialmente el régimen talibán. La decisión supone un hito importante para los talibanes. Para Rusia se trata de aprovechar el potencial comercial y económico en energía, transporte, agricultura e infraestructuras. El Kremlin ya fue el primero en firmar un acuerdo económico con los talibanes en 2022, para el suministro de petróleo, gas y trigo a Afganistán. El presidente Putin ya calificó a los talibanes como aliados en la lucha contra el terrorismo.

Ya hay más de una docena de países y organizaciones con relaciones a distinto nivel con el régimen de Kabul. "Sus intereses se centran en los recursos naturales y minerales afganos, en el temor a la inseguridad y la propagación o resurgimiento del terrorismo, la competencia regional e internacional entre potencias o el control de la ubicación estratégica del país", explica el analista político Hamid. China buscaría controlar al Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, acceder a los recursos naturales afganos y aplicar la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda a través de Asia Central vía Afganistán. Los intereses estratégicos de Irán residen en la minería, el acceso al agua, el comercio y garantizar que los talibanes no apoyen al grupo insurgente Jaish al-Adl.

No obstante, la comunidad internacional sigue dividida en cómo relacionarse con los talibanes. Mientras los países occidentales se resisten a normalizar las relaciones, los de la región se muestran más activos con Kabul.

Sin fisuras a la vista

A pesar de que, como dice el analista Hamid, "una de las mayores debilidades de los talibanes son sus divisiones internas", se muestran cohesionados para mantenerse en el poder. "Estoy en contra de un Gobierno inclusivo, porque si se divide el poder entre los grupos étnicos, no aceptarán las normas y reglamentos. El pueblo afgano quiere seguridad", asegura Hedayatullah que añade tajante que el poder está en Kandahar. Allí están el líder de los talibanes, Haibatullah Akhundzada, y la facción más radical y cerrada.

"Cuando llegaron al poder en 2021 eran más fuertes que en 1996, tienen el control sobre todo el país, la primera vez que esto ocurre en mucho tiempo. Hay un Gobierno central" se congratula Paktin.

"El país está gobernado por un solo grupo que es religioso. El líder tiene toda la autoridad. Quienes hablaban con la comunidad internacional y daban una especie de esperanza están debilitados. La solución es que el pueblo afgano dialogue entre sí. Necesitamos un Gobierno de amplia base", dice el político Zia Ul Haq. "En 2022, aún veía posibilidades. No podía creer que estas personas fueran a seguir así. Tenía esperanza. Pero el control de Kandahar y la facción más dura son mucho más fuertes que antes", se lamenta Seraj.

"La comunidad internacional debe presionar a los talibanes. Es la única forma y solución. Si se les permite viajar por el mundo, disfrutar de su vida, si los reciben y se les entregan embajadas y consulados ¿por qué van a dialogar con los políticos de aquí?, añade Ul Haq. "Hay que empezar a conectar entre nosotros y mantener conversaciones con los talibanes sobre lo que quiere la población, cuáles son las expectativas y cómo salvar la brecha entre lo que el mundo les exige y lo que ellos exigen para que no sientan que han comprometido todo por lo que han luchado", asegura Baheer.

El llamamiento desesperado a la comunidad internacional

Y tras cuatro años, los afganos piden ayuda fuera de sus fronteras. "No hubo ninguna planificación para Afganistán. No hubo planificación mientras estuvieron aquí y no había ninguna idea de cómo abordarían Afganistán después de marcharse", denuncia el profesor Baheer.

"Es desgarrador ver que nuestras hijas, hermanas y mujeres se ven privadas de sus derechos. Tenemos el corazón roto. La comunidad internacional está jugando con nuestro destino. Buscan sus propios intereses. Ya le fallaron a Afganistán antes y vuelven a hacerlo. No hay honestidad por su parte", añade el analista Hamid.

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Para Mahbouba, "La comunidad internacional no va a hacer nada porque el mundo sigue gobernado por los hombres, que nunca verán que lo que pasa aquí es real. ¿A quién le importa que estemos sufriendo? ¿A quién le importa que las mujeres de Afganistán estén sufriendo?".

El 8 de julio, la Corte Penal Internacional dictó órdenes de detención contra el líder talibán, Haibatullah Akhundzada, y el presidente del Tribunal Supremo, Abdul Hakim Haqqani, acusados de crímenes contra la humanidad. Parecería una forma de tapar las vergüenzas de la comunidad internacional pero no convence a quienes se juegan la vida en la lucha contra los talibanes. "Uno de ellos es el líder talibán, que apenas sale de su casa o de dondequiera que esté. No tienen acceso a él, ni su correo electrónico, ni su número de WhatsApp. El ni siquiera ve la televisión", dice, con cierta ironía, Parasto. "Esto no es suficiente, especialmente para las niñas que preguntan todos los días: ¿Cuándo va a hacer alguien algo?", concluye.