City Pop: la banda sonora de un eterno verano en el Japón de los años 80
- El género nació en un momento de optimismo económico, con sus artistas abrazando la nueva cultura de consumo
- La nostalgia ha jugado un papel fundamental para el descubrimiento del City Pop por las audiencias occidentales


La 'canción del verano' es aquel hit más escuchado durante la época más calurosa del año. Las razones para que alcance ese título son variadas, pero suelen tener algo en común: son bailables, animadas y, ya sea su ritmo o letra, retrotraen a momentos de disfrute estival.
En Japón ya existió un género cuyas canciones rendían homenaje a las noches calurosas llenas de pasión o los viajes playeros de cielos azules. Lo llamaban City Pop.
El City Pop es un género que surgió a finales de los 70 y principios de los 80, pero incluso en ese entonces "no era [un término] tan conocido; solíamos llamarlo 'música nueva'", resume el profesor de Estudios de Música Popular en la Universidad de Keio en Tokio, Toshiyuki Ohwada. "Fue un período en el que los músicos de sesión comenzaron a escuchar música europea y americana a la que le dieron personalidad japonesa", contempla.
El estilo era tan simple como cautivador: ritmos vibrantes, portadas con paisajes analógicos de playas paradisíacas; y letras que combinaban japonés e inglés.
Uno de los aspectos más interesantes es que no se definía únicamente por sus características melódicas, sino que poseía una "estética propia", tal y como adelanta la profesora de Comunicación y Estudios de Medios en la Universidad Franklin de Suiza, Satomi Sugiyama. La fórmula perfecta para ser comercializada en los albores del consumismo nipón.
Su muerte repentina a finales de los 80 no explica cómo un género de tan corto recorrido pudo pervivir en el imaginario colectivo y, más aún, haber traspasado fronteras hasta llegar a Europa y Estados Unidos. En este renacimiento jugó un elemento fundamental: la nostalgia.
De Happy End a Mariya Takeuchi
El City Pop nunca fue un movimiento musical definido. En realidad, emergió de una serie de transiciones culturales y tecnológicas que transformaron la industria musical de Japón entre los 70 y 80.
El término se empleó por primera vez como eslogan publicitario. De hecho, "los artistas que se comercializaban bajo este estilo operaban en todos los géneros posibles, excluyendo algunos como el idol pop", distingue el experto en música popular y literatura japonesas y jefe de documentación en el Centro Nacional de Investigación sobre Multilingüismo de Suiza en la Universidad de Friburgo, Moritz Sommet.
Si hemos de retrotraernos a una fecha de origen, este comenzó en los 70 con la banda Happy End. Su álbum de estilo folk-rock estadounidense, Kazemachi Roman logró capturar por primera vez la sensibilidad urbana japonesa desde una perspectiva local.
Lo que entonces un artículo de 1977 de la revista Young Guitar denominó la obra de Happy End como 'City Music' era aún un concepto vago. "Desde aproximadamente 1976, la palabra 'city’ se utilizaba como sinónimo de la cultura de consumo estadounidense en revistas japonesas de estilo de vida, como Takarajima y Popeye", explica Sommet.
No fue hasta 1981 cuando el periódico Yomiuri Shimbun calificó el álbum First Light, de Makoto Matsushita, como "City Pop de gusto refinado". "Es decir, incluso entonces el término no se utilizaba para describir un sonido específico, sino para construir la imagen del artista como un joven urbanita, transnacional y sofisticado", incide el experto.
El City Pop vivió su apogeo en los primeros años de los 80, impulsado por artistas como Tatsuro Yamashita, Mariya Takeuchi o Anri. Pero, a medida que el J-pop ganaba notoriedad, el género comenzó a desvanecerse hasta su desaparición total en 1987.
En 2002, "fue rescatado por compositores musicales japoneses para publicaciones de libros y por sellos discográficos que buscaban publicar CD recopilatorios de música de catálogos anteriores", expone Sommet.
Con la irrupción de las redes sociales, este volvió con fuerza entre audiencias jóvenes fuera de Japón, muchas veces sin el contexto de su origen, aunque cautivados por su estética.
Sugiyama escuchó desde su infancia a la cantante Maria Takeuchi, si bien "no conocía al City Pop por su nombre". "Cuando vi el término por primera vez en 2018, fue porque apareció en uno de mis feed de Facebook. Ahí descubrí que ella había formado parte de ese renacimiento y que su música volvía a sonar en clubes y samples, lo que me pareció fascinante", revela.
El reflejo de una era
El City Pop fue consecuencia de un fenómeno sociocultural y artístico complejo marcado por el Japón de los 80.
A nivel estético, su universo musical estuvo definido por ilustradores como Nagai Hiroshi y Suzuki Eijin, quienes plasmaron sus imágenes icónicas. Entre ellas, playas de arena fina, carreteras con palmeras a lo Beverly Hills y urbes rodeadas de modernidad.
Portada del álbum 'Nobody Has To Know' de Onra HIROSHI NAGAI
Musicalmente se caracterizaba por un sonido limpio y brillante. Su base rítmica y vocal se inspiraba en géneros como el R&B o el jazz suave combinado con estructuras del pop y rock "blanco" estadounidenses.
Temáticamente, giraba en torno al amor-desamor, el verano y su disfrute o la añoranza. "Es lo que el crítico musical japonés Yūji Shibasaki llamó 'música que crea imágenes', pues sus canciones a menudo imaginaban escenas visuales de la cultura del ocio urbano en las que los oyentes podían proyectarse", enfatiza Sommet.
Su difusión se vio potenciada por el entorno mediático en el que surgió: el Walkman ya llevaba tiempo en el mercado, así como las pletinas de casete, los estéreos para coches y la radio de frecuencia modulada.
El contexto económico fue también clave para su auge, pese a que "la verdadera burbuja económica que se le asocia al nacimiento del género surgió años después, al igual que el Acuerdo del Plaza [firmado en 1985], que impulsó el poder adquisitivo de la clase media japonesa", establece Sommet.
Justamente, los principales artistas del género eran egresados de la escuela de música Yamaha de clase media-alta que miraban con optimismo esta nueva sociedad consumista.
"El City Pop representó una tendencia temprana dentro de la cultura juvenil japonesa al dejar atrás las luchas políticas de finales de los 60 y los problemas financieros tras la Crisis del petróleo, y abrazar la cultura del consumo, el hedonismo y el crecimiento económico", observa Sommet.
Su segunda edad dorada
Su renacer en la década de 2010 fue, en gran parte, una historia de redescubrimiento a través del recuerdo. Pero no fue Japón quien reactivó la fiebre, sino Estados Unidos y Europa.
La chispa se encendió con el surgimiento del Vaporwave, una corriente artística nacida en internet que parodiaba la nostalgia capitalista y el consumo retro a través del reciclaje sonoro y visual. El City Pop —con su brillo neón y aire cosmopolita— se convirtió en una materia prima lista para ser distorsionada y resignificada.
A partir de ahí, el redescubrimiento se volvió viral. La estética visual del City Pop, con sus carátulas coloridas y su aire lo-fi, entre hedonista y melancólico, encontró nueva vida en redes sociales.
"Cuando consumes la mayor parte de tu música en YouTube y seleccionas nuevas pistas haciendo clic en miniaturas, tener una estética claramente definida facilita la adhesión a un nuevo género", manifiesta Sommet. "Pero los aspectos no audiovisuales, como la percepción de la 'japonesidad' del género y las narrativas sobre su origen también fueron importantes", destaca.
Lo que empezó como una ironía se transformó en devoción, y muchos jóvenes occidentales comenzaron a coleccionar vinilos japoneses originales y a rastrear los catálogos de sellos olvidados.
"Lo interesante son las interpretaciones de estas canciones y el tipo de 'vibraciones' y emociones que [los oyentes] experimentan al escucharlas", concibe Sugiyama. "No importa de dónde venga su melodía ni cuál sea la letra, sino la forma en que se encuentran con ellas y las asocian con su entorno", puntualiza.
El efecto de distanciamiento que generaba la 'japonesidad' del City Pop también fomentó la nostalgia en lugar de obstaculizarla, pues hacía que la música sonase fresca para el público occidental, ya saturado de pop retro estadounidense y europeo.
Así, cuando el City Pop empezó a popularizarse a finales de la década de 2010, el K-pop, género coreano que también toma influencias de estilos musicales estadounidenses, ya era conocido en Occidente. "El K-pop era mainstream; el City Pop despuntaba en el mundo musical alternativo. Ambos importaron las influencias occidentales a su manera y los adaptaron al estilo de sus países", ilustra Ohwada.
La nostalgia como motor
En diciembre de 2020, la canción Stay With Me de Miki Matsubara llegó al número uno en las listas virales de Spotify. Cuatro décadas después de su lanzamiento, la melodía resurgía gracias a TikTok, naciendo en esta red social una nueva hornada de fans del City Pop.
Lo que parecía un fenómeno menor fue en realidad el síntoma de una tendencia cultural más profunda: la nostalgia como pulsión social y el City Pop como vehículo de escape. La añoranza que despertó tras su redescubrimiento no era atractiva por representar algo vivido, sino por ser algo imaginado.
Durante una conferencia en Ámsterdam sobre City Pop, rememora Ohwada, "la gente estaba muy interesada en saber por qué extrañaban un Japón que no habían vivido". "Una de las respuestas que les di fue que muchos de nuestros momentos de infancia, como los videojuegos y el anime, estaban conectados con la cultura japonesa, lo que les despierta la nostalgia", afirma.
Al mismo tiempo, está la cuestión de si esta nostalgia está preconcebida o inducida, pues "muchos artículos sobre el City Pop ya hablan de esto como si fuera algo que se supone que debes sentir si lo escuchas, más que tratarse de un sentimiento orgánico", reflexiona Sugiyama.
La paradoja es que el mismo Japón que producía esta música mirando a Occidente volvió a ser deseado por esta parte del mundo. El City Pop es un producto de intercambio cultural: artistas del género grabaron en Los Ángeles, trabajaron con músicos de sesión estadounidenses, y emularon el sonido de la radio norteamericana. Pero también inyectaban una sensibilidad nipona, repleta de admiración y contemplación. Un sincretismo que lo abrió a lecturas cruzadas décadas después de su concepción.
Neo City Pop, otro paso en la apertura musical japonesa
A raíz del descubrimiento del City Pop, artistas japoneses han comenzado a producir sus canciones inspirados por el género. El Neo City Pop es una reimaginación del City Pop que, más que copiar su estilo musical, mantiene su estética sofisticada, emotiva y urbana.
Esta nueva era musical se ha dado en una época de creciente aperturismo cultural nipón tras más de dos décadas enfocado en su mercado doméstico. "Muchos de los japoneses que nacieron alrededor del año 2000 no han escuchado música extranjera a raíz del hermetismo de Japón a finales de los 90", reconoce Ohwada.
El City Pop nació en una industria musical nipona interesada e influenciada por Estados Unidos; diametralmente opuesta a la actual. Ello ha dado como resultado tanto artistas como productos puramente japoneses que comienzan a destacar en el extranjero (véase YOASOBI), como subgéneros ya de por sí occidentalizados.
El Neo City Pop ocupa este último grupo con cantantes y grupos como Lucky Tapes, SIRUP, Michael Kaneko o Ryoma Takamura.
"Si esas bandas contemporáneas de Neo City Pop reciben más atención en Europa y Estados Unidos, creo que será lo mejor que podría pasar tras el resurgimiento del género", concluye Ohwada.