Saludo del Presidente

Al dirigirme a vosotros, lo hago con la emoción de sentirme parte de una gran familia que ha compartido algo más que un trabajo. Nuestra vida profesional estuvo unida por un mismo empeño: dar voz a los demás, llevar la información, la cultura y el entretenimiento a cada hogar. Aquellos días de redacciones, estudios y unidades móviles nos dejaron mucho más que experiencias laborales; nos regalaron amistades duraderas y una complicidad que hoy seguimos celebrando. Este encuentro quiere ser, ante todo, un espacio para el reencuentro y la gratitud. Reencuentro porque cada vez que nos vemos se avivan los recuerdos de tantos momentos vividos juntos, de los retos superados y de las ilusiones compartidas. Y gratitud porque la memoria de nuestro paso por la radio y la televisión públicas no sería la misma sin la entrega de cada uno de vosotros. El oficio que ejercimos exigía dedicación, sacrificio y, muchas veces, largas horas robadas al descanso o a la familia. Sin embargo, lo hicimos con el convencimiento de estar cumpliendo un servicio que iba más allá de lo personal.

Al reunirnos hoy, no puedo dejar de recordar con respeto y afecto a quienes ya no están. Compañeros que dejaron su huella en el trabajo bien hecho, en la amistad sincera y en el calor humano que aportaron a nuestra vida común. Cada ausencia es un vacío que se nota en nuestras conversaciones y en nuestros encuentros, pero también es un legado de cariño y ejemplo que permanece vivo entre nosotros. A sus familiares, nuestro más sentido pésame y la seguridad de que sus seres queridos no serán olvidados.

Más allá de la nostalgia, debemos mirar al presente con serenidad y al futuro con esperanza, sabiendo que cada encuentro es una oportunidad para seguir estrechando lazos.

No somos solo profesionales que coincidieron en una etapa de la vida. Somos un grupo de hombres y mujeres que aprendieron a trabajar en equipo, a superar dificultades y a disfrutar de la satisfacción de la obra bien hecha. Esa experiencia nos acompañará siempre, y es el mayor tesoro que hoy podemos celebrar.

Permitidme, pues, que este saludo sea también una invitación a mantenernos unidos, a cuidarnos mutuamente y a seguir transmitiendo a los más jóvenes el orgullo de haber formado parte de una historia que es también la suya.

Con todo mi afecto y reconocimiento, os envío un fraternal abrazo.