Apariciones en hospitales: cuando lo paranormal también está de guardia
- El Dr. Miguel Ángel Pertierra recoge en Terror en blanco casos de personas que se han encontrado con "ángeles de hospital"
- Algunos afirman que estos seres les han salvado o ayudado a curar a sus pacientes, otros que sus intenciones no eran buenas


Te ha diagnosticado y te ha tranquilizado con palabras de aliento. Le has escuchado decir que todo iría bien. Y así ha sido. Te ha salvado la vida. Quieres darle las gracias antes de marcharte a casa, pero no lo encuentras. No es que esté ocupado, de baja o de vacaciones. Es que no trabaja allí. No figura en el listado de personal. Lleva años muerto.
¿Confusión? ¿Alucinación por la medicación? Tal vez. Pero entonces, ¿por qué la plantilla del hospital baja la voz, cambia de tema o directamente se marcha al hablar de ello?
Quizá porque saben que no fue una invención. Ellos también lo han visto. En pasillos, quirófanos, habitaciones, salas de descanso. Incluso han interactuado con él. Se han saludado. Algunos hasta han intercambiado impresiones sobre pacientes. Porque en algunos centros sanitarios, los turnos no acaban nunca. Hay médicos, enfermeras, celadores, auxiliares que siguen de guardia incluso después de morir.
En Terror en blanco, María Paredes explora junto al doctor Miguel Ángel Pertierra —especialista en otorrinolaringología y profesor de la Universidad de Málaga—, casos de pacientes y personal que ha vivido encuentros con los llamados "ángeles de hospital".
"Uno piensa que en el hospital sucede solo lo médico. Sin embargo, cuando llevas tiempo, observas y escuchas, empiezas a notar que hay algo más", explica el doctor Pertierra. Cosas que no encajan, pero que son "toda una realidad".
"Cuando le ocurre a un paciente, descartamos que sea por la medicación o la enfermedad. Pero cuando le pasa a un compañero o a ti, comprendes que hay otros habitantes en el hospital".
Y no, no son familiares perdidos, pacientes sin registrar ni personal desorientado. O no exactamente. Porque sí que suelen tener relación con los enfermos o conexiones con el mundo sanitario. Ahora, no están despistados. Saben bien lo que hacen. Están ahí por algo o alguien. Para bien o para mal.
En un hospital español, que ha querido no dar su nombre, varios miembros del staff lo corroboran. Fue una de sus enfermeras, que también prefiere mantenerse en el anonimato, la que rompió el silencio.
"Se lo compartí a dos o tres compañeros —le confiesa al colaborador Juan Gómez—. Ellos también habían presentido algo raro. Al andar por según qué pasillos, veían unas luces o una especie de energía entrando en una habitación donde, casualmente, su residente fallecía al día siguiente o en esa misma semana".
Muchos lo interpretan como una especie de acompañante. Quizá el espíritu de un antiguo empleado que prepararía al enfermo para su fallecimiento. Otros, sin embargo, lo ven como una premonición. Una advertencia.
Un aviso como el que, tal vez y de manera más aterradora, pudo haber recibido un anestesista, colega del doctor Pertierra hace más de una década. "Tardó diez años en contármelo", reconoce. No por vergüenza, sino por miedo. Miedo a no ser creído. A ser juzgado. A admitir que lo que vivió fue real.
"Eran las tres de la mañana. Tenía que subir a la tercera planta a por un tubo de intubación para una urgencia, y al entrar en un pasillo, se encontró a un ser ensotanado, sin pies y flotando. Lo describió como "la muerte". De repente —añade—, el ente se abalanzó sobre él. Mi amigo salió corriendo y mandó a un celador a recoger el tubo". Nunca más volvió por ese camino.
No fue el único. Durante su residencia, el mismo Pertierra fue testigo del pavor que una presencia inexplicable generó para siempre en uno de los adjuntos. "Las habitaciones de los residentes son de una estrella. La de los adjuntos, de cuatro", comenta.
La calidad y la comodidad son muy dispares. Por eso, el hecho de que un superior prefiriera dormir en la peor, resultaba llamativo. "Después de dos años nos confesó que lo hacía porque había visto en su cuarto una figura de pelo negro con una especie tul", recuerda Pertierra.
En su caso personal, tiempo después y también en una habitación de hospital, el propio Pertierra vivió algo similar. Solo que no vio nada. Y eso para él fue lo más inquietante.
"Serían las dos o tres de la madrugada", relata. "Alguien zarandeó la puerta, intentando abrirla. Pensé que era una urgencia, así que abrí, pero allí no había nadie", cuenta. Todo estaba tranquilo. Pacientes controlados. Planta en calma. Ala cerrada con llave. "Fui a preguntar y me dijeron que no había pasado nada", afirma Pertierra. Seguridad revisó las cámaras y, efectivamente, ningún movimiento. Nadie.
"Se quedó como anécdota, hasta que años después me enteré que en un hospital de Sudáfrica ocurría lo mismo que me había pasado a mí. Los pasillos de los hospitales son largos. No hay sitio material para desaparecer. ¿Casualidad o causalidad?", se pregunta.
Apariciones que "curan" y "salvan" vidas
Aún no se sabe. Puede que nunca se sepa. Porque hay circunstancias que no tienen respuesta ni explicaciones lógicas. O médicas. El caso de un paciente con un tumor cervical inoperable que Pertierra atendió, es otro de ellos.
"En una ocasión me aseguró que su hermano fallecido se le apareció para decirle que se iba a curar. Tras ese suceso, el tumor comenzó a responder a la radioterapia. Se redujo. Pudimos operar y se salvó. Era un tumor radiosensible. Iba en contra de toda expectativa médica y científica", reconoce Pertierra.
Pero funcionó. Y eso es lo más importante. Si no que se lo digan a la auxiliar de enfermería a la que una presencia paranormal le ayudó a salvar a una paciente.
"Estábamos aseando a una señora en una habitación doble", cuenta. "Echamos la cortina para atenderla mejor, cuando me tocan la espalda. Pensé que era María, mi compañera, pero no podía ser. No llegaba. Y era imposible que fuera la otra paciente. Estaba realmente mal. Ni siquiera se podía levantar de la cama. Sin embargo, la cortina estaba movida", relata.
Automáticamente la descorrieron y descubrieron que esa paciente estaba en shock. "Si no llegamos a abrir, habría fallecido. No sé qué fue, pero algo o alguien nos avisó para ayudarla".