Más allá del peso: la obesidad se mide en grasa disfuncional, no en kilos
- La endocrina Laura Bartolomé presenta en Las tardes de RNE su libro Pierde grasa, gana vida
- En su obra rompe tabúes y elimina mitos respecto a la obesidad que define como la "gran pandemia del siglo XXI"


La obesidad no se mide en kilos ni en tallas, sino en exceso de porcentaje de grasa disfuncional. Esta es una de las premisas que defiende la médica especialista en Endocrinología y Nutrición, Laura Bartolomé en su libro Pierde grasa, gana vida, que presenta en Las tardes de RNE, con Iván Romero e Irene Vaquero.
Porque sí, en salud es difícil generalizar. Cada cuerpo es distinto y cada metabolismo juega con sus propias cartas. Lo que vale para uno no siempre es suficiente o incluso adecuado para otro. "Dos personas que comen lo mismo no necesariamente van a pesar igual. El peso depende de muchísimos factores: genética, entorno, enfermedades, medicación… Y no podemos influir en todos ellos. El estilo de vida es fundamental, pero también lo es la constitución de cada individuo", señala.
Y, sin embargo, hay ocasiones en las que sí se puede —y se debe— generalizar.
Es el caso de la visión de la obesidad, "la gran pandemia del siglo XXI", como califica Bartolomé, una de las enfermedades más extendidas y estigmatizadas de la actualidad. También el de la "efectividad" de sus supuestos remedios: dietas milagro que no funcionan. Y, además, pueden ser peligrosas.
Por más que Tiktok se empeñe en lo contario, no hay nada saludable ni efectivo en seguir un menú que propone comer solo manzanas rojas en el "día de Blancanieves", y té si toca emular a Bella. O únicamente hielo durante las 24 horas de Elsa (Frozen). La viral "dieta de las princesas Disney", que promete perder hasta diez kilos en dos semanas ingiriendo apenas 500 calorías al día, no funciona.
La llaman régimen, pero es más bien el guion de una película de terror. Como lo fueron, en su momento, la dieta de la piña, la del arce o la del pepino.
"Este tipo de recomendaciones son horribles. Atentan contra nuestra salud y deberían estar reguladas y perseguidas", alerta Bartolomé.
"Exponer al cuerpo a ese estrés, con ayunos extremos y déficits nutricionales, hace que baje su gasto energético basal, lo que gasta simplemente en mantenerse vivo. En los primeros días se pierden kilos, como cuando tienes una gastroenteritis. Pero no es una pérdida sana ni sostenible. Lo único que provoca es el temido efecto rebote", explica.
Afortunadamente, matiza, el discurso empieza a calar. A su consulta, por ejemplo, ya no suelen acudir pacientes a los que tenga que convencer de que "este tipo de dietas no sirven para nada". Casi todos van con los deberes aprendidos. Y las ideas claras.
"Saben que lo único que funciona es instaurar una relación y unos patrones de alimentación saludables con la comida", apunta.
"Importa la cantidad, la calidad y los horarios. Existen alimentos más interesantes que otros, especialmente si sustituyen el consumo de un ultra procesado, pero no hay que atribuirles beneficios mágicos. No se puede poner el peso de nuestra salud en si tomas un alimento concreto, en si lo comes en ayunas o cosas así", advierte.
Lo mismo sucede con el estilo de vida. En él hay que incluir el "ejercicio, el descanso y la gestión del estrés".
Lo preocupante, no obstante, es que aún hay quienes buscan soluciones rápidas y mágicas sin ni quiera saber qué es lo que están tratando de combatir. O al menos cómo es. Porque la obesidad, insiste de nuevo Bartolomé, no puede reducirse a lo que marca una báscula. "Está estigmatizada como enfermedad y también lo está su tratamiento".
"Los médicos estamos haciendo cada vez más divulgación. Los endocrinos luchamos porque el paciente sea su versión más saludable. No estamos hablando de tallas, ni de estética, sino de salud. Para buscar el peso ideal tenemos que hablar de composición corporal ideal", recalca.
Y es que cuanto más se sabe sobre grasa, músculo y metabolismo, más se abandonan "simplificaciones como el índice de masa corporal (IMC) o el estigma de los kilos". La clave está en cambiar el enfoque. No obsesionarse con números y estándares inalcanzables. Tampoco compararse.
El porcentaje de grasa adicional varia según el individuo. Aunque están estipuladas horquillas orientativas —a partir del 32 % de grasa en mujeres y del 25 % en hombres—, no son reglas absolutas. "Lo importante —señala la endocrina— es no ser radical ni extremista, sino personalizar. Dependerá de su sexo, edad y sus condicionantes de salud, como la situación hormonal".
¿Qué tratamientos existen a día de hoy?
También el tratamiento debe ajustarse a cada caso. Bartolomé distingue tres escalones posibles.
"El primero: el manejo de hábitos". Si para algunos pacientes no es suficiente, se pasa al fármaco, que es el segundo. "Siempre que estén bien prescritos y seguidos por tu médico, son una gran herramienta. Si no, pueden causar efectos secundarios".
Ante esa disyuntiva o ante el elevado coste de medicarse de por vida, existe el tercer escalón: la cirugía de reducción de estómago. "Pese a que los últimos medicamentos han mostrado una respuesta positiva en el 96% de los casos, no todos los pacientes son iguales", recuerda la doctora Bartolomé.